martes, 11 de enero de 2011

LA DESNUDEZ DEL ALMA

  Sabemos por el Génesis que después de pecar Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos, y se avergonzaron de su desnudez, tapándose con unas hojas de higuera. Y también sintieron miedo y se escondieron. Y a la hora de la brisa de la tarde oyeron la voz de Yavé, que se paseaba por el jardín. Ellos se habían escodido entre los árboles, para no ser vistos por Él. Al preguntar Yavé Dios al hombre ( no a la mujer, porque la prohibición de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal se la había dado a él antes de formar a ella, y el responsable, por tanto, era sólo él  -Gén. 2,8 y 2,22- ) que dónde estaba, Adán le dijo que le oyó, tuvo miedo, porque estaba desnudo, y se escondió.
   A partir de ese momento el hombre fue semejante a Dios en el conocimiento del bien y del mal ( Gén. 3,22 ), conocimiento que antes del pecado no tenía, porque vivía en estado de pura inocencia, en cuyo estado no se sabía ni lo que era el bien ni lo que era el mal, simplemente se vivía gozando de los bienes preternaturales, uno de los cuales era que el hombre no podía morir, y esto lo sabemos también porque nos lo dice Dios en el Gén., en el cap. 2, versos 16 y 17, donde le  dice que puede comer de todos los árboles del jardín ( en el que estaba también el de la Vida ), excepto del de la Ciencia del bien y del mal, porque el día en que comiere de él, ciertamente moriría, como así sucedió.
    Pero..¿ qué es lo que murió ? Murió el alma, por el pecado que llamamos original, el cual desaparece mediante el Bautismo por el agua, pero no desaparecen sus efectos, como es manifiesto, puesto que seguimos pecando y haciendo el mal desde entonces. ¿ Y esos nocivos y perniciosos efectos, causa de tanto mal en el mundo desde entonces, pueden llegar a desaparecer ? Sí, por completo, pues fue por eso que el propio Dios enviara a su Hijo al mundo para darnos la fórmula, el modo como podríamos quedar limpios de toda mancha e incapaces de seguir pecando, recibiendo su Bautismo, el del Espíritu Santo. Porque con el Bautismo del agua, que podemos llamar de Juan, se nos abre la puerta de entrada al mundo de la gracia, porque desaparece el pecado original, pero sólo con el Bautismo de Jesucristo, por medio de su Espíritu Santo, el agua viva, podemos quedar limpios de todos los pecados cometidos después, y dejar de cometerlos si nacemos de nuevo, tal como el mismo Cristo le dijo a Nicodemo, y que podemos ver en el cap. 3 de san Juan, donde Jesús nos dice que el que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios, porque eso, entrar en el Reino de Dios y su justicia, es lo que hemos de perseguir si en verdad amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
    Y aquí es donde queríamos llegar cuando hemos titulado el presente trabajo LA DESNUDEZ DEL ALMA, pues quien nace de nuevo y está en el Reino de los cielos, ya tiene su alma desnuda, es decir, ya camina en la verdad y en él todo es luz, porque las tinieblas que había en su vida han desaparecido por completo ( se ha levantado el día y el lucero de la mañana brilla en su corazón -2 Pe.1, 19-). El amor entonces es en nosotros perfecto ( la caridad ) y desaparece toda clase de miedo o de temor, que entró al pecar en el Paraíso, como vimos,  por completo de nosotros, pues solo hay temor donde hay castigo, y como el castigo nos vino por el pecado, al ser ya libres de él por el nuevo nacimiento, lo somos de todo lo malo que él llevaba consigo, incluyendo, claro está, la propia muerte, porque todo eso es lo que el mismo Dios nos ganó por medio de su Hijo Jesucristo.
   Y viene bien recordar ahora que todos los que acudían a Juan para ser bautizados por él, hacían confesión pública de sus pecados. No como ahora, que lo hacemos en privado, a un confesor, y muchas veces nos vamos incluso a otra Iglesia distinta a la nuestra ( yo lo he hecho ) porque nos da vergüenza decir los pecados  a sus sacerdotes, que nos conocen. Eso es castigo, eso ocurre porque no está en nosotros el amor de Dios. Claro que si lo estuviera ya no tendríamos ninguna necesidad de ir a los sacerdotes para confesarlos, puesto que no los cometeríamos, al no dejarnos Dios hacerlo ( 1 Jn. 3,9 ).
   Pues como Año Nuevo, vida nueva, os confieso, queridos amigos, que mi alma ya está desnuda, Dios lo ha hecho posible, no tengo miedo ninguno a nada, las tinieblas han desaparecido de mi vida, y por eso no siento ninguna vergüenza en deciros que a lo largo de mi vida he cometido muchos pecados, como todos, porque nadie se libra de ello, y que esos pecados han estado relacionados con la carne, y con el machismo, propio de la sociedad  y del tiempo en que nací y me eduqué, y de que he sido celoso, inseguro, inmaduro, acomplejado, medroso.....Y lo malo era en cuanto a mi comportamiento con mi familia, esposa e hijos, que estaba convencido de que lo estaba haciendo bien, y era cierto, la educación que les estaba inculcando era la correcta, todo era perfecto, PERO  NO EL MODO COMO LO HACÍA, carente del verdadero amor, muchas veces destempladamente, con malos modos, y en lugar de conseguir lo que queria, lograba el efecto contrario. Mi intención era buena y noble, el método malo. Quería entrañablemente a mi familia, pero mis defectos me impedían amarla bien.
   Mañana seguimos, porque no quiero que esto se haga demasiado largo para no cansaros.
   Con todo mi amor en Cristo Jesús.
   

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