miércoles, 12 de enero de 2011

LA DESNUDEZ DEL ALMA (II)

 Vimos ayer cómo todos nosotros vivimos sin mostrar al mundo realmente como somos, porque ocultamos a los demás algunas facetas de nuestra personalidad y de nuestros comportamientos. No se trata, en rigor, de que vayamos por ahí diciendo a todo el mundo los defectos que tenemos, entre otras cosas porque por más que los queramos ocultar no lo vamos a conseguir, cuando se trata de las cosas que hacemos externamente. Otra cuestión son las cosas que hacemos ocultamente, en la sombra, en las "tinieblas". Ese tipo de cosas solo las vemos nosotros y Dios, que lo ve todo, lo mismo que los pensamientos que tengamos, buenos o malos, quedan para Él y nosotros, y tanto los unos como los otros también se sabrán, cuando sean puestos de manifiesto al final de los tiempos, porque nada quedará oculto, toda vez que la Luz pondrá todo al descubierto. Los secretos mejor guardados dejaran de serlo, y por eso es absurdo que nuestro modo de proceder sea el que es, en ese y en todos los terrenos que van a favor de las tinieblas y en contra de la Luz.
    Ese tipo de comportamientos a que nos hemos referido las vemos solo nosotros y Dios, cuando no hay nadie más de por medio, pero si hay un tercero, cuarto...., entonces entra dentro de lo posible que lo que entre todos ellos se pactó como secreto, deje de serlo con  el tiempo, bien porque alguno se vaya de la lengua, intencionada o impensadamente, bien porque haya dejado de ser amigo del otro por la causa que fuere y se vengue de él ( o ella ) ruinmente. Ese tipo de actos ocurren más de lo que nos pensamos.
   En definitiva, lo que aquí se ventila es que los secretos, por bien guardados que creamos están, antes o después se van a saber, y que, por lo tanto, es una memez intentar que no se sepa algo mal que hemos hecho, por donde inferimos que lo mejor es ir siempre con la verdad por delante, llana y sencillamente, sin ocultaciones de ninguna clase, vivir una vida verdaderamente limpia, pues en el hipotético pero muy probable caso de que alguien nos quiera difamar inventándose mentiras sobre nosotros, sus posibilidades de triunfo son muy escasas, porque siempre será su palabra contra la nuestra, pues no puede presentar prueba alguna sobre lo que dice, y porque todos los que nos conocen saben cómo somos y si se dice de nosotros algo que no encaja de ninguna manera con nuestras vidas, no se lo cree nadie sensato ( tal vez los envidiosos sí, pero sólo ellos, y eso hacia afuera, porque en su interior saben de sobra que es falso todo lo que se ha dicho sobre esa persona ).
    Y son muchos más los inconvenientes que las ventajas, pues todos los que se comportan mal en la sociedad, antes o después se resienten de ello, porque sus vidas, aunque aparenten vivirlas felizmente, son muy desgraciadas, y, por tanto, ellos muy infelices y dignos de mucha lástima, aunque no les falte de nada material y vivan opíparamente. Y aparentando felicidad, arrastran a otros tras de sí, porque creen que en verdad han triunfado en la vida y son más felices que nadie, cuando lo cierto es que son más desgraciados que el Postigo de san  Rafael, como se decía en mi pueblo, Villa del Río, provincia de Córdoba, y no sé por qué.
    Que el mundo arrastra una barbaridad lo sabemos. Que es dificilísimo zafarse de sus encantos, también. Que no es menos dificil creer en Dios, es un hecho. Que todo se pone a favor de vivir la vida y en contra de tratar de encontrar y entrar en un Reino de los Cielos que no se ve por ninguna parte, evidente. Que estamos dentro de un sistema del que es muy dificil escabullirse, otra verdad. No hemos de negar la enorme dificultad existente para creer en Dios, con tantas cosas en contra, a más de otras que no señalamos porque seria prolijo hacerlo, habida cuenta de que son tantas, una de ellas precisamente la de que la vida es ya de por sí bastante complicada, como para ponérnosla aún más, y no estamos dispuestos a trabajar y a renunciar a tanto, porque nos creemos con derecho a descansar, divertirnos, pasarlo bien....., pues pensamos erróneamente que si nos dedicamos al cultivo de la fe en Jesucristo y a intentar ir por la vida de acuerdo con los preceptos de su Evangelio, al no poder hacer tantas cosas como hacemos, que vamos a desperdiciar nuestra vida, cuando resulta que es todo lo contrario, tanto en esta vida, como en la otra.
   Y como el movimiento se demuestra andando, que es lo que solemos decir, pues es precisamente por eso que me permita deciros todo esto, porque todo lo que digo es algo que Dios ha tenido a bien concederme, y no hablo de teoría, sino de pura práctica, de vivencia, de algo que forma parte de mi y me constituye, como los huesos o la carne de mi cuerpo, por decirlo de algún modo, y por eso os invito a que hagáis la prueba, y veréis como no os engaño, porque soy incapaz de algo así ni siquiera en las pequeñas cosas, porque en esto, como en todo, si no nos saltamos lo pequeño, nunca llegaremos a lo grande.
   Y por hoy nada más. Este fin de semana estaremos fuera, y, por lo tanto, no podré escribir nada. Descanso y meditación. Agradeceré mucho vuestros comentarios, porque éste es un espacio abierto y son la salsa dell blog.
   Un abrazo.

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