LOS VALORES DE JESÚS
de Bartolomé López Lara, el sábado, 23 de abril de 2011 a las 12:02
Se han guardado los cambios.
( Es Semana Santa, hoy Sábado Santo de la Sepultura del Señor. He visto un par de notas preciosas en el taco del Sagrado Corazón, que no me resisto a darlas a conocer, y con el permiso de mi esposa lo hago. Espero que os gusten ).
Jesús murió por los mismos motivos por los que muere todo profeta en todos los tiempos: colocó por encima de la propia conservación de la vida los valores que Él predicaba. Prefirió morir libremente antes que renunciar a la verdad, a la justicia, al derecho, al ideal de fraternidad universal. Murió para que todos vivamos la verdad de que somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
LOS EFECTOS DEL MISTERIO PASCUAL.
- De la tristeza se pasa a la alegría
- De la duda a la seguridad
- De la oscuridad a la luz
- De la desesperación a la esperanza
- De quedarse escondido a salir a trabajar por la Comunidad
- De la debilidad a la fortaleza
- Y una gran paz va a inundar a quienes se aparece Jesús.
Pidamos a María Dolorosa, en su soledad de este Sábado Santo, recbir la gracia de l os frutos de la resurrección y experimentar que ¡ JESÚS VIVE EN MEDIO DE NOSOTROS !.
Y por último, como cosa mía, me vais a permitir unas cuantas letras hablando DEL VALOR DE LA VIDA.
La cual, ciertamente, si no es para defender los valores de Jesús, ni vale la pena, ni tiene sentido alguno vivirla, hasta el punto de que podemos afirmar categóricamente que sin ellos en nosotros estamos verdaderamente muertos aunque creamos vivir, porque esa vida no es una vida nacida o salida de nosotros mismos, de nuestro manantial interior, alimentado cuando sí lo hacemos por el que es Fuente Eterna del Agua Viva, sino por el atractivo y el interés de las cosas propias del mundo, todas ellas, excepto las necesarias, opuestas a Dios, lo mismo que todos los sistemas económicos o políticos actuales, pasados o futuros que no se basen y dimanen de la Verdad evangélica, porque ninguno de ellos contempla al semejante como el hermano querido que es, hijo del mismo Padre Dios.
Si viviésemos la vida evangélicamente sobraban todos los sistemas, todos los policías, todos los ejércitos, todas las cárceles, todas las imposiciones, radicalizaciones, opresiones, enfermedades, sufrimientos, muertes......, porque EL AMOR estaría presente en todos nosotros. Peor no el amor que se da entre nosotros, basado en la carne, en lo material, en el mundo, sino el AMOR con el que Jesucristo nos amó, el amor de Dios, único amor que en verdad podemos considerar amor, porque es por medio de él que vivamos no para nosotros, sino para los demás, porque se trata de un amor total, incondicional, en el que le egoísmo propio jamás está presente, ha desaparecido por completo.
Eso sería ADORAR AL PADRE EN ESPÍRITU Y EN VERDAD, a pesar de tener un cuerpo material, porque éste no quedaría en ningún momento desatendido, antes bien, recibiría sólo aquello que le resulta imprescindible para sostenerse sano, porque la salud del alma ha de corrresponderse con la del cuerpo, y viceversa. El equilibrio cuerpo/mente, corazón /razón, y todos los demás que se dan en nosotros de la dualidad opuesta, sería total. Porque no es verdad que seamos seres duales como se ha propagado mundialmente, no, no es verdad, porque vivimos lo mismo a nivel de Tierra como a nivel de Cielo TRIDIMENSIONALMENTE. Físicamente podemos ser considerados como puntos del espacio ( el cielo humano ). Y todos los puntos, para estar bien situados, lo han de ser en el plano horizontal ( donde se halla la dualidad ordenada/abscisa -x,y-), y en el plano vertical, donde está la "z", la altura a que está ese punto en ese cielo que es el espacio. La "z" minúscula del cielo terrenal se convierte en "Z" mayúscula al hablar de la Altura del Cielo Divino, tanto mayor cuanto más alto haya llegado el alma en su unión con Dios. Y cada alma tiene, como los puntos físicos, su "lugar" en el Espacio Divino. Y estamos aquí y ahora para tratar de llegar y de situarnos en el lugar que a cada uno le corresponda según sus "talentos", que hemos de desarrollar mientras vivimos.
Y si amamos al Padre en Espíritu y en Verdad, sobra, como queda dicho, todo lo no necesario. Y eso es también hacernos como niños, lo que es absolutamente necesario para poder entrar en el reino de los cielos. Y surge una pregunta: ¿ Los niños mantienen relaciones sexuales ? No, ¿ verdad ? Pues así los mayores, si queremos hacer la voluntad de Dios para entrar en su reino, adorarle en espíritu y en verdad y ser como niños hemos de abstenernos de hacerlas. No son precisas para nada. Sí, se que esto servirá de escándalo a muchos. ¿ Cómo dices eso, Bartolomé ? Si se deja la relación sexual se deja también de tener nueva descendencia. Sí, ¿ y qué ? Conviene recordar que todo eso llegó como consecuencia del pecado, y de hecho todos, desde que nacemos, somos hijos del pecado, y por eso llevamos la muerte con nosotros desde nuestro advenimiento a la vida.
¿ No estamos esperando el fin del mundo de un momento a otro ? Y después, en el mundo venidero, ese tipo de relación no podrá darse entre los que formen parte del reino de Dios. Sobra por completo, y de hecho es un gran impedimento para que llegue a nosotros el amor de Dios, exento de todo tipo de interés sexual, en el que se diga lo que se diga todos buscamos la propia satisfacción, aunque también busquemos la del ser amado. Y eso según gradaciones, porque en ningún caso es igual. No hay relación humana en la que no esté presente el egoísmo. Es lo que trato de decir.
Muchos se dirán que si falta esa clase de amor carnal la vida no sería posible ( no me refiero a lo de tener hijos, sino a la vida en general ). Se equivocan los que así piensen. Sí es posible ( y deseable ) ,pues si está en nosotros el amor de Dios sobra todo lo demás. Él solo suple con creces todo lo demás, y no solo lo suple, sino que, lo que es más, uno no va ya demandando amor ni caridad de nadie, sino que, como se dijo al principio, lo va dando a raudales, como un sol, calentando sin parar, amando sin cesar. Eso es la felicidad, que no se puede contener dentro de sí, lo mismo que nuestra estrella no puede guardarse sus rayos, sino que los emite sion cesar para dar su luz y su calor.
Termino, queridos amigos. No se me oculta la dificultad. ¿ Cómo no ser así si yo mismo me siento tan atraído por la belleza de las mujeres ? Tan guapas, tan atractivas, tan deseables.....Sí, imposible sustraerse a esa enorme atracción, lo mismo que ellas respecto de nosotros, pero posible si nos ponemos en las manos de Dios y dejamos nuestras vida en ellas, abándonándnos por completo a Él, como un niñito lo hace en las dce su padre y su madre, hasta que cree que se ha hecho mayor, y entonces ya quiere ser él mismo y les da de lado, deja de ser niño -gran error, porque siempre lo hemos de ser respecto de los padres tengamos la edad que tengamos-, y lo mismo pasa con nuestro Padre Dios. Por eso es necesario volvernos como niños ante Él, y para eso no hay otro modo que el ya dicho y redicho de hacer su santísima voluntad poniendo en práctca el Evangelio que nos dió a través de su Único Hijo, Nuestro Señor.
Con todo mi cariño: ¡ FELIZ PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR !
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